Impuesto sobre el carbono

El impuesto sobre el carbono es un impuesto medioambiental sobre la emisión de dióxido de carbono, gas de efecto invernadero, que pretende reducir su expulsión a la atmósfera. Este impuesto desalienta las emisiones de contaminantes, haciendo pagar a los contaminadores en proporción a sus emisiones. El impacto del impuesto sobre los productos finales aumenta sus precios en proporción a las emisiones que ha provocado su producción, promoviendo el consumo de los productos que hayan inducido menos emisiones de dióxido de carbono en su fabricación. Un aumento gradual y planificado del impuesto puede ayudar a orientar las inversiones a largo plazo, dejando tiempo suficiente a los consumidores y a las empresas para adaptarse.

El impuesto es una opción abierta para los países comprometidos en reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, por ejemplo, mediante el Protocolo de Kioto. Así, el objetivo no es solo contribuir a disminuir la incidencia del CO2 en el cambio climático, sino también en reducir la dependencia de muchos países de los combustibles fósiles y progresar hacia una economía ecológicamente sostenible.

El impuesto puede ser aplicado a nivel de los productos o, directamente en la producción y/o importación de combustibles fósiles, que emitirán dióxido de carbono al ser consumidos.

El impuesto sobre el carbono es complementario del principio de los bonos de carbono (negociables a través de un mercado de carbono): el impuesto impone un precio fijo a cantidades libres, las cuotas fijan las cantidades, pero dejan variable el precio.[1]​ Ambos sistemas pueden coexistir, el impuesto permite implicar a numerosos pequeños emisores de CO2 muy dispersos, a los que es difícil ponerles una cuota.

En 2009, países como Dinamarca, Finlandia, Noruega, Suecia, o la provincia canadiense de Columbia Británica ya aplican algún tipo de impuesto sobre el carbono, a veces parcial, y otros como Francia, han anunciado que lo implantará en 2010.[2]Nueva Zelanda ha establecido un mercado de intercambio de cuotas de emisión. La aplicación varía pues entre los diferentes países.

Incluso en ausencia de un impuesto sobre el carbono oficial, el sistema fiscal puede incluir los impuestos que son, en parte, una tributación implícita de las emisiones de CO2, sobre todo los impuestos a la energía o los derechos de aduana sobre las importaciones de hidrocarburos.

  1. En teoría, el objetivo es la maximización de la producción repetando un límite de emisiones. Se trata de un problema de optimización sujeto a restricciones dónde la tasa corresponde al multiplicador de Lagrange: aumentándola progresivamente nos acercamos al objetivo de emisión nula.
  2. http://www.elmundo.es/elmundo/2009/09/10/ciencia/1252580728.html El mundo, 10/09/2009. «El presidente Sarkozy pidió también la creación en la Unión Europea de un impuesto sobre el carbono, además del impuesto nacional presentado el jueves. La idea de Sarkozy es la de impulsar, en caso de fracasar las negociaciones mundiales sobre el cambio climático en Copenhague en diciembre, un impuesto dentro de la UE, que se aplicaría a los productos procedentes de países no sujetos a la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero. "Esto no tiene nada que ver con el proteccionismo, esto tiene que ver con la competencia leal", dijo.»

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